Los niños nacidos de mujeres que se infectaron con la COVID-19 en el embarazo eran más propensos a ser diagnosticados con autismo, u otros retrasos en el desarrollo a los tres años, encontró un estudio reciente.
La investigación, publicada la semana pasada en la revista Obstetrics & Gynecology, analizó más de 18 mil100 nacimientos en Massachusetts desde principios de 2020 hasta mediados de 2021, antes de que las vacunas contra COVID-19 estuvieran ampliamente disponibles.
Resultados por COVID-19 en el embarazo
De las 861 mujeres que dieron positivo por COVID-19 en el embarazo, 140, o el 16.3%, luego tuvieron un hijo al que se le diagnosticó una afección neurológica como autismo, retraso del habla o retraso motor. En comparación, solo el 9.7% de los más de 17 mil embarazos sin COVID-19 resultaron en un diagnóstico de desarrollo neurológico.
Los investigadores notaron la asociación más fuerte cuando las madres se infectaron durante el tercer trimestre y en la descendencia masculina. Aunque el riesgo era más alto, las probabilidades generales de que un niño desarrollara autismo seguían siendo bajas, enfatizaron los investigadores.
No es que todas las mujeres embarazadas con covid-19 durante el embarazo deban pensar que su hijo va a tener autismo”, dijo a The Washington Post la coautora del estudio, la Dra. Andrea Edlow, del Hospital General de Massachusetts y la Facultad de Medicina de Harvard en Boston. “En general, el riesgo absoluto no es extremadamente alto”.
Los expertos en salud dicen que el estudio refuerza la importancia de la vacunación durante el embarazo, especialmente porque las tasas de vacunación contra el COVID-19 han disminuido en los años posteriores.
“Esto es particularmente importante en el clima actual de vacilación sobre las vacunas”, dijo a The Post Mary Ann Comunale, profesora asociada de la Universidad de Drexel en Filadelfia que no participó en el estudio.
Entre las mujeres incluidas en la investigación, pocas habían sido vacunadas porque los biológicos aún no estaban ampliamente disponibles. Los autores dicen que se necesitan estudios futuros para determinar el riesgo para las mujeres que recibieron vacunas.






