¿Sabías que los nazis contribuyeron de forma decisiva al comienzo de la quimioterapia?

Salud
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La quimioterapia es un tratamiento, con agentes farmacológicos, que se utiliza para acabar con las células tumorales. En general, es una terapia muy poco específica basada en la capacidad de destruir las células que se encuentran en división. Como, además de las células neoplásicas, también hay células de nuestro organismo que están en esa fase del ciclo celular, los agentes quimioterápicos tiene numerosos efectos adversos.

En este momento disponemos de más de medio centenar de agentes quimioterápicos distintos, la elección de cada uno de ellos depende del tipo de tumor, de la localización, del estadio tumoral y del estado general del paciente.

Sabías que los nazis contribuyeron de forma decisiva al comienzo de la quimioterapia
En las últimas décadas se han producido avances muy significativos en el desarrollo de la quimioterapia, mejorando su eficacia y disminuyendo los efectos adversos. Pero lo que muchas personas desconocen es que el primer quimioterápico de la historia fue un gas venenoso que se utilizó para acabar con la vida de seres humanos, no para salvarlos.

La tragedia del puerto de Bari
En el verano de 1943 las fuerzas aliadas arrebataron al ejército de Mussolini el enclave de Bari, un puerto estratégico que sería clave en la conquista de Italia. El 2 de diciembre de ese año los alemanes bombardearon Bari causando la muerte de cientos de civiles y de más de mil militares estadounidenses y británicos, así como el hundimiento de diecisiete barcos.

Entre los buques abatidos por la Luftwaffe se encontraba el SS John Harvey, un navío de bandera estadounidense de la clase Liberty, que transportaba una carga secreta: 2.000 bombas con gas mostaza (M47A1). Se estima que unos 60.000 kilos del agente químico fue liberado al mar provocando una enorme nube tóxica.

Cuando el gas mostaza entró en contacto con el agua permaneció en su superficie formando una capa oleosa, lo que explica que muchos militares se impregnaran de este “aceite farmacológico” al lanzarse al mar huyendo de las explosiones.

Tras ser evacuados a los hospitales fueron envueltos con mantas térmicas para hacer frente a la hipotermia, una medida que colaboró aún más a que el gas mostaza penetrara en su organismo a través de la epidermis.

Los efectos devastadores del gas mostaza no se hicieron esperar, horas después el cuerpo de los marinos se cubrió de ampollas, a pesar de que no tenían ninguna quemadura. Esto se debe a que es una sustancia altamente vesicante, esto es, produce ampollas y úlceras cutáneas tras el contacto directo. Muchos de aquellos militares murieron a consecuencia de las lesiones durante las siguientes semanas.

De los que consiguieron sobrevivir o bien fallecieron de infecciones meses después o bien sufrieron graves secuelas, entre las cuales se encontraba la ceguera y problemas respiratorios secundarios a la inhalación del gas.

De gas de la muerte a quimioterápico
Desde Estados Unidos llegó a Bari el teniente coronel Stewart F Alexander, un galeno experto en armas químicas, para estudiar lo sucedido. Tras realizar decenas de autopsias llegó a la conclusión que el gas mostaza había afectado gravemente a la médula ósea y destruido los glóbulos blancos (leucocitos) de la sangre.

En su informe, el doctor Alexander señalaba que este compuesto podría ser efectivo en el tratamiento de pacientes con leucemia, dado que en ellos hay una extraordinaria proliferación de leucocitos.

Aquella hipótesis fue el comienzo de los primeros experimentos quimioterápicos, los cuales se hicieron con absoluta opacidad, ya que reconocer su existencia era admitir que Estados Unidos producía y almacenaba gas mostaza.

Los resultados de la efectividad de este agente quimioterápico no se hicieron públicos hasta finales de 1946, cuando la Segunda Guerra Mundial ya había concluido. Fue el punto de partida de la quimioterapia antineoplásica.

Los belgas fueron los primeros en sufrirlo
A pesar de todo, para conocer el nacimiento del gas mostaza tenemos que echar la vista más atrás. Este gas venenoso se desarrolló a comienzos del siglo XX y fue utilizado, con resultados devastadores, en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial. Y es que fue una de las muchas armas que vieron la luz en el Instituto Kaiser Wilhelm bajo la dirección del prestigioso químico Fritz Haber, que años después sería galardonado con el Premio Nobel de Química.

HISTORIA
Los tratamientos médicos más extraños de la historia

Los primeros en sufrir las consecuencias del gas mostaza fueron los belgas. En 1917 las tropas de Ypres (Bélgica) informaron que percibieron un olor extraño y picante en el aire, al que siguió una nube dorada brillante alrededor de sus pies junto con horribles y doloras ampollas. Esta arma química también sería utilizada, algún tiempo después, por el ejército español durante la guerra del Rift (1921-1927), con resultados similares.

Su toxicidad y elevada mortalidad provocó que fuera prohibida por la Convención de Ginebra tras el final de la Gran Guerra. A pesar de todo, algunos países –entre ellos Estados Unidos- continuaron produciendo y almacenando gas mostaza ante un hipotético empleo de armas químicas por parte del enemigo.