Aunque muchas veces se usan como sinónimos, un infarto y un paro cardíaco son situaciones muy distintas, ¡y reconocerlas a tiempo puede salvar vidas!
NFARTO
Es cuando se obstruye una arteria del corazón y el músculo cardíaco sufre por falta de oxígeno.
La persona suele estar consciente.
Síntomas comunes:
▪ Dolor en el pecho (opresivo)
▪ Irradiación al brazo o mandíbula
▪ Sudor frío
▪ Náuseas o mareo
Si no se trata, un infarto puede provocar un paro cardíaco.
PARO CARDÍACO
Es cuando el corazón deja de latir de forma repentina.
La persona está inconsciente, no respira y no tiene pulso.
Signos:
▪ Pérdida súbita de la conciencia
▪ No hay respiración
▪ No hay latido cardíaco
Seguro te ha pasado: estás acostado o sentado un buen rato, te levantas de golpe… y de pronto sientes un mareo extraño, como si el mundo se fuera un segundo, con visión borrosa o puntitos brillando ante tus ojos. A veces incluso parece que vas a desmayarte. Este fenómeno tiene nombre: hipotensión ortostática.
¿Qué significa eso?
Cuando cambias bruscamente de posición, la gravedad hace que la sangre tienda a acumularse en las piernas y el abdomen. Por un instante, eso reduce el retorno de sangre al corazón y baja el flujo que llega al cerebro. Normalmente, tu cuerpo reacciona enseguida: el sistema nervioso ordena a los vasos sanguíneos que se contraigan y al corazón que lata un poco más rápido para mantener la presión estable.
Pero si esa respuesta es un poco lenta o tu volumen de sangre está reducido (por ejemplo, por deshidratación, anemia o incluso después de sudar mucho), hay un pequeño “vacío” de presión, y ahí aparece el mareo.
Lo curioso (y algo inquietante) es que tu cerebro, tan hambriento de oxígeno, solo puede soportar esa falta de riego unos segundos antes de protestar con visión negra, zumbidos y esa sensación de flotar o perder el equilibrio. Es su forma de advertirte: “¡Oye, me falta combustible!”
Por eso es tan importante levantarte despacio, especialmente si has estado acostado mucho tiempo, has pasado calor extremo o has tenido un resfriado fuerte. Dale a tu sistema circulatorio el chance de adaptarse.
Fascinante cómo un simple cambio de postura puede convertirse en un mini-desafío para la física y la biología, ¿no?
Al final, somos máquinas finísimas, y hasta el acto más cotidiano —ponerse de pie— revela cuán complejo y delicado es mantenernos conscientes.